Comentario
CAPITULO X
Viene desde el puerto de la Concepcion á las islas de
Juan Fernandez y de estas al puerto de Valparayso,
con noticias de él
595 Luego que fondearon los navios en el puerto de Talcaguano y que passamos á la ciudad de la Concepcion á cumplimentar á Don Pedro de Mendinueta, supimos que el theniente general, entonces gefe de esquadra, Don Joseph Pizarro, con los oficiales, assi de guerra como de mar, que le havian acompañado, se hallaba en Santiago, segun queda dicho, y que disponia á passar á Valparayso para montar la fragata la Esperanza y mandar aquella esquadra. Esta noticia y el no tener motivo que nos precisasse á dilatar la estada en la Concepción nos obligó á hacernos á la vela el 16 de febrero, y, siguiendo la derrota de nuestro destino, dimos vista á la isla de Tierra de Juan Fernandez el dia 20, en cuya noche á las 10 y media, estando bordeando sobre la isla y teniendola al oeste no á mayor distancia que la de dos leguas, se vió sobre uno de sus cerros una cadelada, que pareció mas estraña quando, reconocida la isla en el dia siguiente, no se halló señal alguna en su puerto ni indicios de que huviesse estado en él gente despues que lo dexamos. Yo la percibí con toda distincion desde el instante que empezó y reparé que tuvo un principio ténue y fue agregandose hasta que formó una llama, como la de una tea que se enciende ó de un hacha de varios pabilos que, unidos, hacen grande luz; estuvo en todo su vigor cosa de tres á quatro minutos y despues se fue minorando con la misma lentitud que se encendió hasta que dexó de verse; en todo el resto de la noche, no volvió á aparecer ni en el tiempo que haviamos estado al ancla de aquel puerto se havia descubierto; y aunque se havia despachado alguna gente para que reconociera todos los cerros y parages de la isla, y estos se mantuvieron diversas noches en aquel cerro y otros, no vieron rastro alguno de esta luz ni señales de que pudiesse haverla. La despoblacion absoluta en que está aquella isla y la naturaleza del fuego de color como de sangre me inclinaron á creer pudiesse ser de algun volcán, pero me hacía dudar el no haverla visto antes y el no tener noticia por los que se havian quedado de que huviesse indicios de él en aquellos sitios; y no pudiendo determinar por entonces qual sería su causa, quedamos todos en la duda hasta que, en el ultimo viage que se executó á la misma isla y fue el quinto, despachó el theniente general Don Joseph Pizarro gente que reconociesse el puesto, y se halló que el terreno estaba quemado con muchas grietas y algo caliente, que fue lo bastante para salir de la confusion advirtiendo ser volcán.
596 Reconocida esta isla en el dia 21, se continuó en el mismo la derrota para el puerto de Valparayso, en donde entró la esquadra el dia 24; allí, se hallaban el presidente de Santiago, Don Joseph Manso, y el expressado theniente general, y fondeados en sus puertos, además de los navios marchantes del Callao, tres franceses, nombrados el Luis Erasmo, Nuestra Señora de la Deliberanza y El Liz, que, fletados por quatro comerciantes de Cadiz y con licencia, passaron de registro al mar del sur y havian llegado, como á su primer escala, al puerto de Valparayso con el fin de empezar la venta de sus generos.
597 Por varias observaciones que Don Jorge Juan practicó en este puerto el ultimo viage del año de 1744, determinó su latitud de 33 grados 2 minutos 36 segundos y media austral; y por las que el padre Fevilleé practicó en el que hizo á aquel mar, se concluye su longitud de 304 grados 11 minutos 45 segundos, haciendo primer meridiano el pico de Tenerife. La poblacion de este puerto, que fue hecha por los españoles, tuvo muy cortos principios y se reduxo á fabricar en él los vecinos de Santiago algunas bodegas en que almacenar sus frutos y generos para que, tomandolos allí las embarcaciones, los transportassen al Callao por ser el mas inmediato puerto que tiene aquella ciudad y que solo dista de ella cosa de 20 leguas, aunque los del país lo creen mas apartado, siendo por tanto el mas oportuno para este fin; entonces, lo habitaba solo aquella gente que ponian los dueños principales para que les cuidassen de las bodegas, recibiessen y entregassen lo que les remitian; estos se establecieron despues con sus familias y otras muchas que passaron de Santiago sin mas motivo ni conveniencia que el comercio, y se ha ido extendiendo tanto la poblacion que yá hoy es grande y contiene mucho vecindario, pero sería mayor si la mala disposicion del terreno no lo embarazara porque está al pie de una montaña y tan inmediata á ella que muy gran parte de sus casas son fabricadas en la pendiente del cerro ó en la de las quebradas que forman sus colinas, siendo su mas regular ensanche y mas comodo el que tiene siguiendo la playa del mar y el que en ibierno viene á ser el mas incomodo y desagradable á causa de que, estando descubierto á ímpetu de los vientos nortes, no solo padece la molestia que causan estos sino tambien el peligro en que lo ponen las olas alborotadas del mar, llegando con su violenta agitacion hasta los umbrales de las casas, cuya materia es en unas de piedra de mampostería y en otras de adoves y baxareques.
598 Tiene aquel lugar, además de la parroquia, un convento de los religiosos franciscos y otro de agustinos, cuyas iglesias son reducidas y pobres, y corto el numero de sugetos. El vecindario se compone de familias de españoles ó blancas y de gente de castas, assi mulatos como mestizos. En sus alrededores hay varias poblaciones, y las campañas están frequentadas de haciendas. Tiene allí su residencia un governador militar, cuyo empleo se provee por el rey, y á su direccion está el mando y disciplina, assi de la tropa reglada que guarnece las fortalezas de aquel puerto como de las compañias de milicias, que componen los moradores de aquel lugar y los demás que le pertenecen.
599 La inmediacion de este puerto á Santiago le ha traido el comercio que antiguamente se hacia en la Concepcion, y hoy se executa en él; esto es lo que lo pobló y lo que lo mantiene y vá acrecentando cada vez mas. A él se dirigen en los tiempos presentes todos los navios del Callao que hacen el comercio de los dos reynos; ordinariamente, se vienen de vacío, y lo que solo suelen llevar para el abasto del reyno son los generos que se nombraron ya por ser aquellos los que no produce Chile; en este puerto, car an el trigo, sebo, cordovanes, jarcia de cañamo y las frutas secas, con lo qual se vuelven al Callao; y hay navio que en el discurso del verano, desde el mes de noviembre hasta junio, hace tres viages, en cuyo intermedio las requas de las haciendas de toda la jurisdiccion de Santiago y las carretas no cessan de acarrear los frutos para volver á llenar las bodegas; con que, el tráfico es continuo por tierra y por mar.
600 Los dueños de navios que regularmente tienen su establecimiento en Lima ó en el Callao hacen compañia con los de haciendas opulentas de Chile, y, assi, toda la carga que llevan las embarcaciones suele ser ó por quenta del uno de los dos ó por la de ambos; no obstante, hay algunas otras que la reciben á flote, el qual monta, si es de trigo, la cargazon con excesso á su intrinseco peso, pues, no valiendo la fanega mas que de diez á doce reales, poco mas que en la Concepczon, el flete de cada una es desde doce reales á dos pesos ó algo mas, lo qual hace crecer su valor en el Callao pues, siendo la fanega de 5 arrobas y 5 libras en lugar de las 6 arrobas y 6 libras que tiene en Chile, se vende de 24 á 30 reales.
601 Como este comercio solo se hace en el verano, es entonces cuando se halla Valparayso mas poblado de gente, retirandose esta luego que llega el ibierno á la ciudad de Santiago y quedando en Valparayso los que tienen allí precision de residencia.
602 Los viveres de todas especies se consiguen en Valparayso muy abundantemente llevados de Santiago ó de las poblaciones que les están inmediatas, pero las carnes, aunque son abundantes y buenas, no tan baratas para los navios como en la Concepcion. Las frutas abundan de todas especies, muy sazonadas y hermosas á la vista por ser de un tamaño monstruoso; señalase entre todas una casta de manzanas que llaman de quillota por llevarse de aquel pueblo y sobre ser su porte sin comparacion excessivo al de las mayores de España; es tan delicada su carne que al comerla se deshace en la boca, y su gusto, tan sabroso que recrea al paladar.
603 Entre la cazería, abunda mucho la de perdices en su tiempo, que es desde marzo en adelante, y son tantas en los campos que los harrieros de Santiago las matan á palos sin perder su camino y llegan á Valparayso con porciones crecidas de ellas; pero en las inmediaciones del puerto hay muy pocas, y, á su correspondencia, es rara la caza de otras aves. Lo mismo sucede en el pescado, de lo qual es escasa aquella costa y puerto respecto de otras.
604 Hace la costa de Valparayso una ensenada que corre del nordeste al sudoeste la distancia de tres leguas, y la forman las dos puntas que llaman de Concon y de Valparayso; al sudoeste de esta, se halla el puerto, cuya capacidad es bastante porque se interna despues algo mas de una legua; su fondo es lama pegajosa y firme, y á distancia de cable y medio de la playa se encuentran 14 y 16 brazas de agua, la qual se aumenta á proporcion que se está mas distante de tierra, de modo que á cosa de media legua de ella hay 36 y 40 brazas. Todo el puerto es limpio, excepto acia la parte del nordeste de la quebrada de los Angeles, donde hay una piedra que dista de tierra cosa de cable y medio ó dos, y es necessario guardarse bien de ella porque no vela y tiene muy poca agua.
605 Para entrar en este puerto, es menester arrimarse mucho á la punta de Valparayso y costearla á menos distancia de la playa que un quarto de legua; entonces, se irá por 20, 18 y 16 brazas de agua; y al passo que se vá montando esta punta, se ha de ir arrimando mas á la tierra, de suerte que se passa distantes de una baxa que hay allí poco mas de un cumplido de navio, sin que haya peligro en acercarse á ella por ser tan fondable que, aunque el costado del navio la tocasse, no recibiria mas daño que el del golpe. Esta baxa vela siempre, y es preciso passar á tanta inmediacion de ella porque sin este cuidado se perderia el barlovento y no sería fácil tomar el puerto; no obstante, se ha de atender á la ocasion en que se procura entrar en Valparayso, pues, siendo de mañana, no conviene acercarse á ella mediante que entonces calman los vientos desde allí acia adentro, aunque afuera están frescos, y en tal caso sería peligroso que el navio, quedando sin govierno, se aconchasse contra la misma baxa, y nada comodo para evitar este peligro el dar fondo allí en 50 brazas de agua, que son las que hay en su inmediacion; lo que se hace en esta ocasion es mantenerse afuera, bordeando hasta el medio dia á una de la tarde, á cuya hora es regular que viente con igualdad hasta adentro del puerto, y entonces se entra sin peligro observando lo que antes se dixo; tambien se puede entrar en la ensenada y dar fondo en el parage que pareciera mas comodo, manteniendose en él hasta el dia siguiente, y de madrugada lavarse y entrar con el terral, que llaman allí concon por ir de aquella parte, el qual es seguro todos los dias á tal hora, á menos que sea tiempo de nortes, en que corre otra pariedad.
606 El modo de amarrarse los navios es poniendo un ancla en tierra, que debe quedar al sur sudoeste, y otra en la mar, al nornordeste; la primera se assegura bien porque los vientos del sur y sudoeste, aunque corren por encima de la tierra, soplan con mucha fuerza, que es lo que obliga á poner el ancla en tierra, sin cuya precaucion garrearian los navios á cada momento por razon de la pendiente del fondo.
607 Desde que empiezan á ventar los nortes en aquella costa, que es por los meses de abril y mayo, están expuestas á toda su fuerza las embarcaciones que se hallan en el puerto por ser en él el viento de travesía, sucediendo lo mismo con la mar, la qual, entrando con toda su alteracion, vá á romper en la playa; entonces, pende toda la seguridad de los navios en el ancla y cable del nornordeste, el qual se ayuda con otro para evitar el peligro, pues, si llegasse á faltar estando solo sobre uno, sería tarde todo socorro y no bastante la mas pronta diligencia para evitar que el navio fuesse á chocar contra las peñas de la playa. Lo unico que hay allí de favorable es que, siendo muy bueno el tenedero y estando el fondo en pendiente acta la playa, no sucede el que garreen, antes bien se assegura mejor el ancla, y, assi, todo el riesgo está en la flaqueza del cable.